De lo empírico a lo científico, el desafío de dirigir una flotilla

La falta de formación académica obliga a los fleet managers a encontrar el conocimiento mediante el ensayo y error cotidianos

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En los últimos años, la figura del administrador de flotas, también conocido como fleet manager, ha adquirido una relevancia estratégica en compañías de transporte, logística y proveeduría de servicios. La complejidad de las operaciones, la incorporación de vehículos con tecnologías sostenibles y la constante exigencia de eficiencia y rentabilidad han colocado a este profesional en el centro de la competitividad empresarial.

No obstante, existe una problemática latente en el gremio: la ausencia de una formación académica específica que prepare a los gerentes de flota para desempeñar este cargo con visión integral y que les brinde los conocimientos y herramientas requeridas con el fin de enfrentar desafíos con alto grado de dificultad.

De acuerdo con Alejandro Salazar, Presidente de la Asociación Mexicana de Administradores de Flotilla de Automóviles (AMAFA), “hoy no existe propiamente una licenciatura o una ingeniería que aborde la administración completa de una flota”.

Esta carencia, indica, hace que el camino profesional de la mayoría de los fleet managers sea empírico, ya que muchos provienen de áreas operativas, administrativas o técnicas, y han adquirido sus conocimientos a través de la experiencia diaria, capacitaciones esporádicas y aprendizaje autodidacta.

En entrevista con Alianza Flotillera, Salazar señala que este modelo ha permitido formar profesionales valiosos, pero también ha generado vacíos formativos que limitan el desarrollo de sus labores.

“Gran parte de los administradores exitosos llegaron al puesto porque tuvieron la oportunidad de tomar el rol y poco a poco fueron creando esa experiencia”, apunta.

Formación multidisciplinaria

Para Joel Ayala, Líder de Gestión de Flota en Aleatica y quien cuenta con una formación en Ingeniería en Transporte, la administración de flotillas es una disciplina transversal que combina aspectos técnicos, logísticos, financieros, humanos y normativos.

Por tal motivo, advierte que aunque en la academia existen asignaturas relacionadas con dichos ámbitos, “los temas son básicos”, por lo que resulta necesario reforzar el conocimiento con mayor profundidad y especialización.

Agrega que, por ejemplo, el aspecto financiero es determinante en la toma de decisiones, ya que no basta con conocer el precio de los vehículos, sino que se debe calcular el costo total de propiedad y proyectar inversiones a largo plazo. Esto implica dominar el análisis de datos, presupuestos, seguros, alianzas estratégicas y planes de mitigación de riesgos.

Otro desafío actual es la adopción de tecnologías avanzadas para la gestión de flotas, como los sistemas de telemetría, telemática, plataformas de monitoreo y análisis de datos. Sin una formación estructurada, muchos administradores aprenden a manejar estas herramientas por ensayo y error, lo que puede derivar en un uso limitado y en resistencia al cambio.

La transición hacia la electromovilidad también impone nuevos retos. Daniel Toledo, Administrador de Flota en SGS e ingeniero de formación, explica que la incorporación de vehículos eléctricos implica considerar costos de adquisición, instalación de cargadores, pago de infraestructura y consumo de energía. Sin conocimientos técnicos y financieros sólidos, esta transición se vuelve más lenta y costosa.

En este sentido, Mayte Cásares, Administradora de Flota en Camiones Metropolitanos y licenciada en Economía, reconoce que le hubiera gustado recibir una formación escolar integral para desempeñar el rol que ocupa, pues abarca muchas áreas que requieren especialización.

Conocimiento compartido

Pese a estos obstáculos, la comunidad de administradores de flota ha demostrado resiliencia. El intercambio de experiencias, la capacitación interna y la colaboración entre colegas les ha permitido tomar consciencia de esta área. Por ello, la consolidación de esta profesión pasa ineludiblemente por el desarrollo de una formación formal, multidisciplinaria y reconocida.

Para Alejandro Salazar, la solución puede comenzar con la colaboración de universidades, cámaras empresariales y asociaciones profesionales para diseñar programas académicos, certificaciones y planes de capacitación continua y especializada.

Reconocer esta problemática y actuar en consecuencia permitirá garantizar operaciones más eficientes, seguras y sostenibles.

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