El maestro del autotransporte: Refugio Muñoz

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Sin ser transportista, y sin experiencia previa en el sector, a sus 33 años José Refugio Muñoz López, llegó a la Cámara Nacional del Autotransporte de Carga (CANACAR) al área de capacitación. Actualmente ocupa el cargo de vicepresidente ejecutivo. 

En 1990, se integró a la organización por invitación de Nicolás Gallegos, su compañero en el politécnico, director general de la CANACAR. Desde entonces Muñoz López ha sido pieza estratégica y fundamental dentro de la agrupación, pues ha estado en los momentos cruciales para el sector. 

Cuco, como también es conocido, se sumó a CANACAR en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, entonces presidente de México, época en la que se realizaban las primeras pláticas del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), y tiempos también de privatización de organismos públicos y de la banca. 

Recuerda que se unió a las filas de la Cámara a casi un año de su creación, poco después de la desregulación del sector y la desaparición de la Cámara Nacional de Transportes y Comunicaciones que agrupaba a todos los medios de transporte en el país. 

“Mi primer acercamiento con el sector fue en la cátedra de “Economía del Autotransporte” en la licenciatura. No tenía otro referente, ya que años atrás había iniciado a desarrollarme profesionalmente como profesor investigador en la Escuela Superior de Economía del Instituto Politécnico Nacional”, dice.

Los sucesos previos a su incursión en el sector eran apenas el inicio del largo camino por recorrer, no sólo para ser uno de los personajes más conocidos y respetados del gremio, sino para consolidarse como una de las piezas fundamentales de un organismo que, este mes, cumple 30 años (constituido el 29 de septiembre de 1989). Acompañando así a los 11 presidentes que lo han liderado. 

El ascenso 

Con un año de experiencia en el sector, Muñoz López empezó su ruta de ascenso al participar en la construcción del marco normativo del sector, además de ocupar posiciones clave en la industria y estar presente en el cabildeo de temas coyunturales del autotransporte mexicano, hasta el día de hoy. 

“De 1991 a 1994, fui Secretario Técnico en la Comisión de Comunicaciones y Transportes de la Cámara de Diputados, donde coordiné los trabajos relacionados con el análisis y dictamen de las iniciativas de reforma a la Ley de Vías Generales de Comunicación; Ley de Caminos, Puentes y Autotransporte Federal; Ley de Navegación y Comercio Marítimo y Ley de Puertos”, recuerda.

Agrega que, en 1994, formó parte de la Alianza de Transporte de América del Norte, organismo que fue creado por las asociaciones representativas del sector en los países de Canadá, Estados Unidos y México. Asimismo, intervino en el Subcomité de Normalización del TLCAN en materia de autotransporte. En ese mismo año, asumió la dirección general de la CANACAR, que en ese entonces dirigía Bernardo Lijtszain.

Al líder transportista también le ha tocado enfrentar dos crisis económicas en el país, en 1994 y 2008, cuando algunas empresas transportistas desaparecieron. Asimismo, ha sido testigo del incumplimiento del TLCAN en materia de autotransporte, las interminables discusiones de pesos y dimensiones, el uso del doble remolque y la restricción de circulación por algunas vías federal del país, entre otros. 

“Le doy gracias a la institución que me ha permitido vivir los momentos más relevantes del autotransporte. Me tocó ser parte de la primera transformación de CANACAR, que inició hace tres décadas, la cual ya llegó a su límite. Quiero contribuir a sentar las bases para una segunda transformación, mediante la creación de empresas integradoras formadas por micro y pequeños transportistas, para que puedan ser más competitivas en el mercado”, apunta.

A pregunta expresa ¿En algún momento buscaría la presidencia del organismo que lo ha cobijado? Indica: “No me he planteado ir por la presidencia. El tiempo ya no me va a dar. Estoy en proceso de delegar, formando un grupo de jóvenes que deberían ir asumiendo funciones. Sin embargo, aquí seguiré el tiempo que mis jefes y compañeros me aguanten”. 

El legado

A lo largo de treinta años, Muñoz López ha sabido capitalizar sus conocimientos adquiridos en la industria. La visión macro que ha obtenido, le ha permitido ser el complemento de la visión micro de sus dos hijos y su esposa, para formar una pequeña compañía transportista. 

De esa forma, desde hace seis años el vicepresidente ejecutivo de CANACAR emprendió, junto con su familia, la apertura de Transporte Mumor, una firma enfocada a la distribución en las zonas metropolitanas de las principales ciudades del país para dar servicio a clientes del sector consumo, y que dirigen sus hijos Paulina y Carlos Muñoz Mortara.

Y así, como reza el dicho popular: “Hay que predicar con el ejemplo”, el líder transportista, vocero del impulso a la profesionalización del sector, también ha trabajado intensamente para que Transporte Mumor se profesionalice y sea una empresa competitiva.

Por este motivo, recientemente participaron en el programa Alianza por la Profesionalización del Autotransporte Federal (APAF), el cual fomenta la capacitación y certificación de las micro y pequeñas empresas impulsado por el gobierno federal y el gobierno de la Ciudad de México, además de líderes del sector. Su personal está certificado con Recurso Confiable y desde 2016 participa en el programa distintivo CANACAR: “Transportando al país, transportando a México”. 

“Mi experiencia, y la de mis hijos, nos ha dado una idea de saber hacia dónde va el mercado, lo cual nos ayuda a tener una mejor planeación y mejores estrategias comerciales. Queremos crecer a pasos firmes, aunque no siempre se crece al ritmo que se desea”, puntualiza.

Este texto lo podrás encontrar en nuestra edición impresa de septiembre, la cual puedes consultar aquí.

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