México y Estados Unidos son socios comerciales estratégicos desde hace décadas. Si bien, las tensiones y los desacuerdos han sido elementos clave de esta relación, la realidad económica es que sólo en 2023, el valor del comercio binacional rebasó los 779 mil 308 millones de dólares, una cifra récord, de acuerdo con la Oficina de Censo del país norteamericano.
En ese sentido, resulta imposible pensar que la relación bilateral se endurecerá más de lo debido, especialmente en sectores como la manufactura y las cadenas de valor. No obstante, hay ciertos indicadores que todos los industriales deben monitorear permanentemente para vislumbrar cualquier ventana que pueda traducirse en una oportunidad.
Volatilidad, el principal ingrediente
De acuerdo con Alejandro Saldaña, Economista en Jefe del Grupo Financiero BX+, México enfrentará un panorama de incertidumbre en 2025, con factores externos e internos que limitarán el margen de maniobra para el gobierno mexicano. Las estimaciones del grupo determinan que la economía mexicana apenas alcanzará un alza del Producto Interno Bruto (PIB) entre 0.9% y 1.5%.
Externamente, el mandato de Donald Trump supone presión política y el riesgo de reconfigurar el comercio exterior y las cadenas de valor. Al amparo de lo que él considera “riesgos de seguridad nacional”, y de la revisión del T-MEC, la industria automotriz y su cadena de proveeduría tendrán el escenario más complicado.
A nivel interno, la consolidación fiscal con recortes presupuestarios del 3.6%, así como los cambios estructurales que no terminan de materializarse, y el riesgo de que el gobierno de Claudia Sheinbaum comprometa el Estado de Derecho -al eliminar o controlar organismos autónomos y el Congreso-, arriesgarán el desarrollo del país en el corto plazo, prevé el grupo financiero.
Impactos en la industria automotriz y el transporte
El sector automotriz es el más vulnerable, ya que el 80% de los vehículos ligeros y el 96% de los vehículos pesados producidos en México son exportados a Estados Unidos. Una nueva revisión del T-MEC o la imposición de aranceles del 25% podría desestabilizar a ambos países. Para contrarrestar, México deberá fortalecer sus cadenas de valor nacionales, priorizando sectores estratégicos como autopartes, tecnología e innovación.
En cuanto al transporte de carga, los indicadores fronterizos reflejan una tendencia de desaceleración en la demanda de servicios de importación y exportación.
De acuerdo con Edgar Zamorano, Delegado de CANACAR en Reynosa, aunque los transportistas internacionales han mostrado optimismo ante la estabilización de la demanda de transporte en el mercado estadounidense, los costos dolarizados y la incertidumbre de las maquiladoras sobre nuevas inversiones representan un desafío para el sector doméstico.
Tenemos un escenario en el cual el presidente Donald Trump ha dicho que apoyará al transporte. Y vemos que la disponibilidad de camiones ya está en el punto de equilibrio con la demanda de servicios de transporte. Pero también observamos que los maquiladores están pausando sus decisiones de renovar líneas de producción o de expandir sus operaciones hasta que no se den a conocer las políticas en cuanto al comercio exterior y la relación con México, por lo tanto, el inicio de 2025 será de incertidumbre”.
El transportista añade que, si bien no se ve una crisis para el transporte transfronterizo en el horizonte, la realidad será distinta para los transportistas mexicanos en el servicio doméstico, ya que la volatilidad hará que los principales insumos de la canasta básica se incrementen, así como el precio de los propios camiones, tractocamiones y remolques.
La incertidumbre y la volatilidad tarde o temprano harán presión sobre los costos. En el mercado doméstico, muchos fletes se facturan en pesos, pero se compran insumos en dólares. Esos son indicadores que deberemos estar monitoreando”, recomienda el transportista.
Oportunidades en medio de la crisis
A pesar de los riesgos, la coyuntura abre una ventana para que México se posicione como un actor clave en la región T-MEC.
De acuerdo con Alberto Bustamante, Director Adjunto y Vocero de la Agencia Nacional de Proveedores del Sector Automotriz, la estrategia del gobierno mexicano debería centrarse en la sustitución de importaciones de países como China, Malasia y Vietnam, y la atracción de inversión extranjera directa.
Este enfoque permitiría reforzar sectores como la manufactura avanzada no sólo para la industria automotriz, sino para productos del campo y equipos médicos, fomentando el desarrollo de proveedores locales de primer nivel.
La Secretaría de Economía debe liderar iniciativas para diversificar mercados y reducir la dependencia de Estados Unidos, fortaleciendo las cadenas productivas internas y expandiendo alianzas comerciales”, refiere Bustamante.
De acuerdo con el directivo, México puede ir adelantando líneas de trabajo, si se enmarcan dos posibles rutas:
- Guerra comercial: En caso de que Estados Unidos imponga aranceles del 25%, las afectaciones serían profundas para ambas economías, con pérdidas de empleos y reducción del crecimiento en Estados Unidos y México.
- Cooperación binacional: Este escenario es el más probable –y también el más benefactor para ambos países-, incluiría esfuerzos mexicanos para frenar la migración y el tráfico de fentanilo, a cambio de eliminar amenazas arancelarias. Estados Unidos, por su parte, tendrá que hacer un esfuerzo por reducir el tráfico de armas.
En el corto plazo, la volatilidad y la incertidumbre marcarán el inicio de esta nueva etapa. Sin embargo, los expertos señalan que la relación comercial entre ambos países, aunque conflictiva, continuará siendo estratégica. El reto será alcanzar un equilibrio entre las demandas de Trump y las prioridades mexicanas, como la seguridad fronteriza y la migración, así como el combate al fentanilo y al contrabando de armas.
La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos representa un parteaguas para las perspectivas industriales y logísticas de México. Ante este escenario, el enfoque debe ser de resiliencia y adaptación, aprovechando las fortalezas estructurales de México dentro de la región T-MEC.
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