El transporte público, único futuro posible para la ciudad de México: Juan Villoro

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“El automóvil debe ser cada vez un lujo muy costoso”, es la afirmación contundente del narrador, cronista e intelectual mexicano Juan Villoro y ésta es sólo alguna de las reflexiones que aborda en su libro Vértigo horizontal cuyo tema central es la ciudad de México y su transformación del último medio siglo, y en la que, por supuesto, el uso del automóvil y el desplazamiento en la metrópoli forman parte integrante de las circunstancias a sortear por los protagonistas.
Villoro sostiene de forma categórica: “tenemos que aceptar que el futuro de la ciudad es el transporte público y el automóvil debe ser, cada vez más, un lujo muy costoso. Todavía hay demasiados incentivos incomprensibles para tener automóvil siendo éste el principal adversario de la ciudad”.

El escritor, como un habitante y conocedor de la ciudad de México la define como un lugar que va constriñendo la calidad de vida y por eso es el escenario de crónicas, relatos, experiencias de una colección de personajes dispersos entre los que los conductores de transporte público conforman una de las más importantes fuentes de información al ser testigos de sucesos en los lugares que recorren.

 

De las alternativas que el escritor encuentra como solución para evitar el estrangulamiento de la ciudad a causa de la venta y uso indiscriminado del automóvil particular, Villoro considera que una sincronización racional entre el Metro ya existente y los autobuses de pasajeros conformarían la única salida que podría permitir a la ciudad de México solventar sus problemas de movilidad causados por el abigarramiento en el actual transporte urbano y los congestionamientos demenciales de tránsito vehicular.

Aunque en los años 70 el Metro emergía como la solución del transporte citadino porque ya no iba a estar en la superficie sino en el subsuelo. El Metro se convirtió en símbolo y lugar de encuentro y poco a poco fue rebasado por el desmesurado crecimiento de la ciudad, por su manejo político y la opacidad en su mantenimiento y operación.

Por su parte, el Metrobús, en su ruta inaugural, la de Insurgentes, fue un éxito total porque tuvo aciertos estratégicos como el cruce con arterias principales, costos de construcción menores a los del Metro y menor tiempo entre construcción e inicio de operaciones.

Sin embargo, el capitalino pronto invadió y superó la capacida de éstos transportes administrados por el Estado y le cuesta trabajo acostumbrarse a prescindir de espacios y privilegios en la Ciudad, como apuntó Villoro.

 

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