El pasado 25 de junio entró en vigor la orden ejecutiva del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que exige a los operadores de vehículos comerciales que circulan en ese país hablen y comprendan el idioma inglés.
Aunque la norma ya formaba parte de los requisitos federales desde hace años, su cumplimiento ahora será estricto y podrá acarrear multas de hasta 10 mil dólares o la revocación de la licencia para quienes no la respeten. Con ello, cualquier conductor que circule en territorio estadounidense deberá ser capaz de leer señales de tránsito, entender indicaciones de los oficiales y completar documentos en inglés.
Esta medida ha generado inquietud en la industria del transporte transfronterizo, especialmente en las regiones del norte de México, donde miles de operadores cruzan a diario mercancías hacia Estados Unidos.
De acuerdo con la Secretaría de Economía, anualmente se llevan a cabo alrededor de cinco millones de cruces de camiones de carga entre ambos países, lo que representa el 70% del comercio terrestre de las dos naciones. Además, el intercambio comercial ronda los seis mil millones de dólares diarios, flujo que podría verse afectado con el endurecimiento de esta medida.
Coordinación institucional
Según datos del propio Departamento de Transporte de Estados Unidos, más del 20% de los operadores de carga en ese país son de origen latino, por lo que esta orden ejecutiva podría reducir la disponibilidad de personal calificado y afectar la cadena de suministro, sobre todo, en zonas fronterizas como Tijuana, Nuevo Laredo o Ciudad Juárez.
Frente a este panorama, compañías mexicanas y organismos como la Cámara Nacional del Autotransporte de Carga (Canacar) han comenzado a tomar medidas para preparar a sus operadores. En la frontera noroeste, por ejemplo, se han creado cursos internos para fortalecer el nivel de inglés de los conductores.
Estamos coordinados con los consulados y las dependencias de gobierno en Estados Unidos para que conozcan lo que estamos haciendo, logrando que los operadores tengan un mejor inglés”, comenta Alfonso Millán, delegado de la Canacar en Tijuana.
En entrevista para Alianza Flotillera, Millán explica que actualmente cerca del 40% de los operadores con visa B1 tienen conocimientos básicos del idioma, y el objetivo es aumentar esa cifra al 50 o 60% en los próximos meses.
Empresas asumen el reto
Las implicaciones no son menores. Si un oficial de inspección determina que un operador no puede sostener una conversación mínima en inglés o entender una señal de tránsito, puede ordenar la suspensión inmediata de su licencia. Esto genera preocupación, especialmente para pequeñas y medianas empresas exportadoras.
Este es el caso de Frutas y Verduras San Miguel, compañía tijuanense que realiza cruces binacionales con productos perecederos. “Es un reto para todos, pero estamos haciendo lo que está en nuestras manos para cumplir con esta normativa”, asegura Frida Oropeza, Representante Administrativa de la empresa. Con 10 operadores que cruzan regularmente la frontera, ya están alentando a su personal a practicar el idioma de forma constante.
Por su parte, Soto Group ha implementado un sistema integral de capacitación para sus operadores. “Tenemos maestros o cursos en línea para que los operadores aprendan el idioma. Eso nos ha ayudado mucho a que el operador binacional comience a soltarse más”, explica su Director General, José Francisco Soto.
Además, esta empresa realiza prácticas dentro de sus instalaciones en Estados Unidos. “Simulamos una inspección donde toda la conversación es en inglés y eso nos ha ayudado mucho para que el operador utilice el idioma de manera más práctica”, añade.
Operadores en problemas
Para los conductores, el decreto representa una limitante severa. Cristóbal Hernández, quien trabaja para JL-Xpress y tiene ocho años como operador transfronterizo, reconoce que muchos de sus compañeros no están preparados. “La mayoría no superamos ni el 50% básico del idioma”, confiesa.
En su empresa, ya se ofrecieron clases los fines de semana de forma voluntaria. Hernández cuenta que el inglés es necesario no sólo para interactuar con clientes, sino también en revisiones de báscula, controles de carretera o simplemente para hacer compras de alimentos durante el trayecto.
En ese tenor, José Manuel Domínguez, de J&T Servicio Express en Tijuana, lamentó que no se haya dado más tiempo para adaptarse. “Está bien, pero nos hubieran dado un aviso y una prórroga”, opina. Aun así, ha comenzado por su cuenta a estudiar:
En el tracto traigo libros, videos, memorias, cuando manejo voy escuchando audios en inglés en lugar de música”.
A pesar de la presión, muchos reconocen que la medida puede tener un impacto positivo en el mediano plazo, pues un mejor dominio del inglés podría abrir más oportunidades laborales, mejorar la comunicación con clientes estadounidenses y elevar los estándares del servicio.
Sin embargo, en lo inmediato, el riesgo es que los operadores que no cuenten con la capacitación necesaria podrían perder su licencia comercial en Estados Unidos, lo que pondría en jaque a cientos de empresas mexicanas que dependen de ellos para mantener sus operaciones de comercio exterior.
Por tal motivo, empresas ya están contemplando alianzas con academias de idiomas o incluso integrando plataformas de aprendizaje móvil para facilitar el acceso de sus operadores a contenidos didácticos. El tiempo es limitado y el margen de error, reducido.
El proceso de adaptación apenas comienza para las empresas, pero una cosa ya es segura: el inglés ha dejado de ser una ventaja competitiva para convertirse en una herramienta indispensable para cualquier operador mexicano que desee seguir cruzando la frontera.
¿A qué se enfrentan los operadores mexicanos en Estados Unidos?
- Un oficial puede detener a un vehículo por cualquier falla o situación irregular.
- Si sospecha que el conductor no entiende el idioma inglés, puede iniciar una evaluación.
- En ese momento, los operadores no pueden utilizar traductores ni teléfonos.
- Si no aprueban la evaluación, el operador queda fuera de servicio.
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