En un escenario marcado por la incertidumbre económica, el anunciado encarecimiento de los tractocamiones, aranceles a exportaciones mexicanas hacia Estados Unidos y la entrada en vigor de normas ambientales como la Euro VI, los transportistas de carga en México enfrentan una encrucijada: modernizar sus flotas o arriesgarse a perder competitividad.
A pesar de que está comprobado que actualizar el parque vehicular contribuye a mejorar la seguridad y reducir emisiones y mejorar la eficiencia operativa, los transportistas se topan con una realidad operativa compleja: la falta de disponibilidad de diésel de ultra bajo azufre (UBA) en todo el territorio nacional, combustible indispensable para operar las nuevas unidades con tenología Euro VI.
Enrique González Muñoz, Fundador de Express MG, empresa con más de tres décadas en el transporte de carga, es claro al señalar: “Seguimos con nuestros planes de renovación, pero con cautela. No queremos caer en el pesimismo, aunque el panorama no es sencillo”.
Camiones más caros, reglas más duras
De acuerdo con algunos transportistas consultados, el precio de los tractocamiones nuevos se ha incrementado entre un 10 y 25% en comparación con hace un par de años, empujado por la inflación, el tipo de cambio y los requerimientos tecnológicos asociados al cumplimiento de la normativa Euro VI. A esto se suman los nuevos aranceles a la importación de unidades extranjeras, lo cual complica aún más la adquisición de equipo.
Raquel Villegas, Directora de Transportes Vigu, una microempresa con sede en Toluca, lo resume con claridad: “Estamos analizando muy bien los números. Este se ha vuelto un tema financiero que debe estudiarse con lupa. No puedes endeudarte con algo que no sabes si vas a poder utilizar eficientemente”, sostiene.
Falta el combustible… pero no la presión normativa
El diesel UBA, necesario para operar camiones con tecnología Euro VI, no está disponible en todas las regiones del país. Pese a ello, los fabricantes están obligados a comercializar vehículos con esta tecnología desde el 1 de enero, lo que pone a los transportistas entre la espada y la pared: unidades costosas que no pueden operar de manera óptima por falta de infraestructura energética.
“El marco regulatorio avanza más rápido que la realidad operativa”, señala Edgar Martínez Chavero, Director General de Transportes Hernie, empresa dedicada al transporte de hidrocarburos. “Aun así, decidimos comprar 20 unidades nuevas este año. Es una apuesta a largo plazo. Si no invertimos, nos rezagamos”, agrega.
Financiación extendida, la nueva tendencia
En contraste con años anteriores, donde las compras se hacían con plazos de entre 24 y 36 meses, hoy los transportistas están optando por renovar parte de su flota con créditos que se extienden hasta por 48 meses. Es una señal de que las empresas están intentando mantener la renovación, pero con estrategias financieras más conservadoras.
“Este mes nos están entregando 15 unidades financiadas a 36 y 48 meses. Esta será la tónica en flotas medianas que no quieren incumplir con sus clientes, pero que ya no pueden pagar de contado o a plazos cortos”, explica Ismael Romo, Fundador de Transportes TriRomo, y Vicepresidente de la Región Centro de CANACAR.
Retroceso en ventas de vehículos pesados
De acuerdo con la Asociación Nacional de Productores de Autobuses, Camiones y Tractocamiones (ANPACT), el sector registró una caída en la producción, exportación y ventas durante el primer trimestre de 2025. La comercialización al menudeo fue de 11 mil 188 unidades, es decir, dos mil 166 menos respecto al mismo periodo del año anterior.
La señal es clara: en general, los micro y pequeños transportistas están aplazando decisiones clave mientras el entorno económico y regulatorio no ofrezca mayor certidumbre.
¿Y el Plan Nacional?
Es importante señalar que, pese al llamado del gobierno de impulsar lo Hecho En México y fortalecer el mercado interno, no existe un programa nacional sólido de incentivos para renovar la flota, como sucede en otras economías. El parque vehicular del autotransporte federal tiene una edad promedio superior a 19 años. Las micro y pequeñas empresas —que conforman el grueso del sector— carecen de acceso a financiamiento competitivo.
La renovación vehicular ya no es sólo una decisión empresarial, sino una batalla contra el rezago estructural. Si el país no logra alinear normas, infraestructura energética y financiamiento, el transporte de carga —clave para el nearshoring y la competitividad— podría convertirse en un cuello de botella para el desarrollo logístico de México.
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