La congestión asociada al tráfico, con emisión de gases y ruidos incluidos, representa uno de los grandes retos de cada país, ante la búsqueda de lugares con mejor calidad de vida y que cuidan el medio ambiente.
Esto, ha llevado a la creación de estrategias de gestión del tráfico urbano, que incluyen la arquitectura y el diseño de vehículos particulares, de transporte público y hasta de aquellos dedicados a la distribución de las mercancías, apoyándose en herramientas como eficiencia energética y combustibles renovables.
De ahí, que las agendas políticas de todo el mundo apuestan por la llamada electromovilidad, considerada como una forma eficaz de reducir las emisiones de C02.
De acuerdo con la Declaración de París sobre la movilidad eléctrica y el cambio climático (COP21), el sector del transporte contribuye a casi una cuarta parte (23%) de las emisiones de gases de efecto invernadero actuales relacionadas con la energía, y está creciendo más rápido que cualquier otra industria de utilización final de la energía.
Por ello, advierte, limitar la temperatura media global a menos de dos grados centígrados requiere cambiar la trayectoria de las emisiones en el área de transporte, lo que incluye el desarrollo de un ecosistema integrado de movilidad eléctrica.
Según la Agencia Internacional de la Energía, esta transición necesitará, entre otras cosas, alcanzar la electrificación mundial del transporte ferroviario, así como también el de todos los vehículos de carretera funcionen a partir de electricidad en 2030.
Tipos de tecnologías que funcionan con propulsión eléctrica
Trolebuses
Un trolebús se alimenta de electricidad de cables aéreos (catenaria) a lo largo de una ruta a través de un brazo mecánico. Si bien aporta los beneficios típicos de la propulsión eléctrica como la ausencia de emisiones y la operación silenciosa, su inflexibilidad lo llevó a perder popularidad. Por otra parte, la presencia de catenarias implica cierto grado de contaminación visual.
Autobuses eléctricos.
Desde 1960, los autobuses de combustión interna, ya sea a diésel o gas natural, se consolidaron como la tecnología dominante. Hoy, con el estándar Euro 5 y 6 emiten niveles bajos de emisión. Sin embargo, los retos globales del cambio climático y la contaminación urbana han señalado la necesidad de esfuerzos adicionales.
La premisa de esta alternativa es almacenar en las baterías a bordo suficiente energías para cubrir la operación del autobús en un día, esto es, entre 200 y 300 km.
Autobuses de carga rápida
De las anteriores generaciones electrificadas quedaron varias lecciones. Por ejemplo, la electrificación en autobuses es ideal debido a sus ventajas en materia de eficiencia energética, cero emisiones de escape y bajos niveles de ruido.
La función de los autobuses es llevar pasajeros y no baterías, por lo que es necesario minimizar el peso, cantidad y volumen de éstas.
El tiempo de recarga debe acortarse lo más posible debido a las demandas y largos horarios operacionales del transporte público.
Una gran ventaja operacional de los autobuses eléctricos es su flexibilidad y facilidad de re-ruteo ante contingencias ambientales.