Operadores: “Donde quiera apestamos”

Operadores: “Donde quiera apestamos”

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Por Saraí Cervantes / Mireya Peralvillo

“Dicen que los traileros movemos América, pero donde quiera apestamos”. Contundente, crudo, áspero… Así es el sentimiento de los operadores que ven cómo su salud se merma, sacrifican tiempo con su familia, fechas importantes y enfrentan una soledad que sienten que los ahoga día con día.

Tras el volante, recorren carreteras infinitas, atraviesan desiertos, caminos en mal estado y sortean la inseguridad para que tú y todos nosotros tengamos en nuestra mesa ese producto que compramos por necesidad o por puro placer. Un oficio peligroso, que no cualquiera se atreve a realizar.

“No es fácil, no es una vida “campechana”. Muchos piensan que es manejar y ya, pero se requiere mucho sacrificio, hay bastante riesgo. Los que inician en el oficio aguantan un año, medio año y se retiran”, dijo Ulises “El Zorro”, operador con más de 20 años de experiencia en el transporte internacional de mercancías entre México y Estados Unidos.

Como él, miles de operadores se sienten poco valorados, a pesar del enorme sacrificio que implica su profesión. “Es muy solitario, la mayor parte del tiempo está uno solo”. Pero estos problemas no son exclusivos de los transportistas mexicanos, en Estados Unidos las cosas tampoco son de color de rosa.

“La parte triste de este trabajo es renunciar a tu vida social, saber que tu cuerpo día con día se va deteriorando porque estás obligado a comer comida no nutritiva, tu cuerpo no hace ejercicio, eres propenso a sufrir obesidad, diabetes, colesterol, presión alta, sabes que eso va a pasar, es el precio del sacrificio, además dejas a tu familia. Es una vida muy triste”, explicó Alex detrás del volante, operador estadounidense, con más de 18 años de experiencia trabajando con la firma Swift Transportación.

Agregó que el daño no sólo es físico, sino también emocional, pues el peligro al que se exponen, por los caminos o la inseguridad deja secuelas en la mente. “Dejé el mundo del transporte hace tres meses y todavía sufro espasmos de terror, me despierto en la noche sudando al verme en pesadillas de accidentes tremendos”, releva el operador que ha sido también mentor para forjar nuevos operadores.

A pesar de los problemas, los operadores encontraron en este oficio, un trabajo digno para mantener a su familia. “Logré una estabilidad económica, valió la pena el sacrificio. Este trabajo me hizo ahorrar lo suficiente, no para ser rico, pero sí para tener lo necesario para vivir de mis activos y tener tiempo libre para hacer lo que yo quiera”, añadió.

Futuro incierto

El futuro de los operadores no luce halagador, las nuevas generaciones tienen otras aspiraciones y no toman en serio el trabajo. Los transportistas experimentados se están retirando, se están acabando.

A pregunta expresa de ¿cómo cuidarlos? dicen: “Hay muchos ‘detallitos’, uno quisiera que nos dieran más facilidades para laborar, como un poco más de tiempo para estar en casa”, expresó “El Zorro”.

Además de tener un trato digno, un nombre….“Para una compañía grande que tiene 500 o mil unidades tú eres un número, a ti ni te conocen, no saben ni cómo te llamas, a veces no tienes contacto ni con el despachador, ni con el dueño o manager. Mientras que para las compañías pequeñas si tienes un nombre, saben quién eres, te escuchan”, explicó Ulises.

La clave, está en el detalle, dicen. Para algunos operadores basta con que les ofrezcan condiciones dignas como tener baños limpios en los patios de carga, sentir que son importantes para la empresa para la que prestan sus servicios, sentir que son humanos y que tienen derecho al descanso, a disfrutar la vida en familia. Reconocer qué tan importantes son, indican, es parte fundamental para sentirse valorados en su trabajo.

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