La “rapiña” es el tipo de robo que se da cuando grupos de personas aprovechan que un vehículo de carga vuelca o colisiona para tomar las mercancías, un fenómeno tan frecuente que hace del salir a trabajar a las carreteras una auténtica ruleta rusa, sin que haya una respuesta clara de las autoridades.
Y es que tan solo en un año se han presentado 18 mil 876 casos de robo a vehículos de transporte de mercancías, de los cuales el 3% corresponden a “rapiña”, una cifra que equivaldría a unos 560 robos bajo esta modalidad, se acuerdo con datos de la Confederación de Cámaras Industriales de los Estados Unidos Mexicanos (Concamin).
Ante este fenómeno, desde el legislativo han nacido múltiples iniciativas para que la llamada “rapiña” sea castigada, con penas que contemplan hasta 10 años de prisión, sumando propuestas de este tipo en estados como Veracruz, Nuevo León e incluso a nivel federal, sin un éxito claro.
En este contexto, agrupaciones empresariales como la Asociación Nacional de Transporte Privado (ANTP) sostienen la necesidad de que exista estado de derecho y protección robusta por parte de las autoridades en las carreteras, en este caso de la Guardia Nacional, con quienes se han establecido diálogos para que se resguarde la seguridad de conductores, vehículos y mercancías.
“Estamos faltos de un mayor cuidado, el que tengamos patrullas en carreteras hace que se inhiba (la rapiña), esto siempre será oportuno para nosotros”, destaca Patricia Vizcaya, directora jurídica y de normatividad de la ANTP, y agrega que actualmente existe un déficit importante de unidades resguardando los caminos.
Cabe destacar que las mercancías más susceptibles y codiciadas bajo esta modalidad de robo son alimentos, bebidas, textiles, calzado y electrónicos, insumos que son fácilmente comercializados en el mercado negro, de acuerdo con Laura Costantini, gerente comercial de la firma de seguros Assekuransa.
A expensas del azar
De acuerdo con el último anuario estadístico de colisiones en carreteras federales, publicado por el Instituto Mexicano del Transporte (IMT), al año se registran 4 mil 436 percances donde se ve involucrado un vehículo de carga, abriendo ventanas de oportunidad para el saqueo de mercancías.
Prueba de ello es la exposición al peligro que se extiende entre transportistas, que ya lidian con delitos constantes como el robo de unidades, y en muchos casos, el secuestro de operadores, donde el uso de violencia llega a ser común. “El riesgo siempre existe, me siento en riesgo”, comenta Antonio López, fundador y director general de Salzillo.
Esta exposición es compartida por Miguel Rodríguez, director de Recursos Humanos de Autolíneas Cavazos Garza Hermanos, quien destaca que la “rapiña” ha sido un fenómeno persistente con el paso de los años, además de que no se da exclusivamente tras un accidente.
“La rapiña no sólo se da en carreteras, también hay constantes robos cuando hay tráfico u ocurre algo que facilita el delito: te abren la caja y te roban la mercancía. Es algo que nos afecta en nuestra economía y que ha ido empeorando”, destaca.
Esta percepción es congruente con las estadísticas, pues el robo de mercancía en tránsito es uno de los principales delitos que padecen las empresas, con 438 incidentes por cada 10 mil unidades económicas, ocupando el séptimo lugar de delitos, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización de Empresas, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
En consonancia con esto, abunda INEGI, el transporte es la actividad en la que más inseguras se sienten las empresas, pues los mayores riesgos los ven en el transporte de los productos en las carreteras, así como en la movilización de productos en los corredores industriales.
“Lo más grave es que al final las pérdidas las paga la ciudadanía. Se incrementan los seguros, el transportista busca la manera de subir la tarifa, el cliente sube el producto y ese costo lo paga el consumidor final”, señala Antonio Tamez, de la empresa Autotransportes Generales de Carga Tamez y vicepresidente de la región noreste de la Cámara Nacional del Autotransporte de Carga (CANACAR).
Daño colateral
Sin lugar a dudas la principal afectación de este delito es que se pone en riesgo la integridad de los conductores, aunque el daño también trasciende en la economía de los transportistas, comenzando por aumentos en tarifas, incremento en los precios de las mercancías y en servicios como los seguros.
Para Yair Valero, director general de Grupo Innovazione, la llamada “rapiña” es un fenómeno social que se presenta con mayor frecuencia en carreteras, principalmente las consideradas de alto riesgo. Esta situación impacta en las empresas transportistas, los dueños de carga, las aseguradoras, los operadores y a todos los consumidores, ya que el costo que se genera para reponer estos bienes se traslada a toda la cadena.
Respecto a las aseguradoras, explica, el riesgo de rapiña amparado bajo la cobertura de riesgos ordinarios de tránsito implica que las aseguradoras no puedan tener acceso al salvamento para su comercialización que disminuyan la pérdida.
Las mercancías más afectadas son las de fácil comercialización y alta demanda. “Por lo que, el tipo de mercancía y la cobertura de rapiña, impactan de manera diferente el costo del seguro”, destaca Yair Valero.