Celebrado bajo el lema “Innovación en Movimiento”, el Congreso Internacional de Transporte, presentó una charla sobre la electromovilidad y sus retos energéticos en el transporte público.
Los participantes fueron Gustavo Jiménez, CEO de E-mobilitas; Isabel Martínez, Head de Marketing & Sales Enel México y Francisco Cabeza Santillana, Presidente de la Asociación Mexicana de Impulso al Vehículo Eléctrico (AMIVE).
En el pasado 2024, México se afianzó como el séptimo mayor productor de vehículos del mundo y el primero en Latinoamérica. Además, ocupa ya el noveno lugar en exportación de vehículos eléctricos a nivel global, con una presencia significativa en las cadenas de suministro internacionales. De cada 100 vehículos producidos en el mundo, más de cuatro fueron ensamblados en México.
Sin embargo, el mercado interno aún avanza a menor ritmo: México ocupa el 12º lugar mundial en ventas de vehículos eléctricos domésticos, con apenas un 1.8% de participación. Esta cifra evidencia la necesidad de políticas públicas más agresivas para fomentar el consumo interno y la renovación de flotas en sectores estratégicos como el transporte público y de carga.
Consumo
“No se trata sólo de comprar buses eléctricos”, dijeron los expertos. De acuerdo al análisis del consumo final de energía en 2022, se reveló que el transporte representa el 40.9% del uso energético en México, cifra significativamente superior al promedio mundial (27.8%). Este dato demuestra la urgencia de acelerar la transición hacia tecnologías más limpias y, por supuesto, contar con una infraestructura adecuada para ello.
Además, dijeron que urge el apoyo de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) en el correcto suministro de energía para la recarga de los vehículos. Asimismo, sólo se cuenta con 335 autobuses eléctricos de baterías, los cuales trabajan en la CDMX, Nuevo León y Jalisco, principalmente.
Necesidad de un plan de energía
Según Enel México, los patios de resguardo donde se almacenan las unidades eléctricas deben recibir de manera correcta la electricidad para operar sin contratiempos. Un vehículo de transporte público tiene una recarga de cinco horas, aproximadamente. No obstante, un reto es el siguiente: ¿Qué se puede hacer en el patio mientras no se recarga un autobús?
Dicha pregunta fue resuelta con la opción de que los patios se conviertan en centros de recarga donde cualquier persona con una unidad eléctrica pueda cargar su vehículo.
Pero, de nueva cuenta, surge un problema: Hay diferentes entradas de cargadores eléctricos. Mientras México no defina una entrada estándar para todos sus vehículos eléctricos, ese “tiempo muerto” de los patios seguirá costando dinero al transporte público.
En la conclusión del panel, se acordó que México se encuentra en un punto crucial: si bien ha logrado distinguirse en la producción de vehículos eléctricos, su sistema de energía y la adopción interna aún requieren transformaciones profundas.
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