El sureste de México ha sido históricamente una región marginada en prácticamente todos los renglones. Durante décadas, el crecimiento económico del país se ha concentrado en el centro y el norte, impulsado principalmente por el comercio exterior.
En respuesta a esta situación, el gobierno actual ha impulsado una serie de proyectos de infraestructura de gran envergadura, como el Tren Maya, la Refinería Dos Bocas y el Corredor Transístmico, con la promesa de detonar el crecimiento de la región. Sin embargo, la viabilidad financiera y social de estos proyectos ha sido objeto de intenso debate entre expertos y actores de la industria.
Proyectos cumbre: un enfoque en la rentabilidad
Gerardo R. Herrera Villanueva, experto en economía, subraya que, si bien estos proyectos han traído consigo una derrama federal económica significativa, existen dudas sobre su rentabilidad a largo plazo.
Una de las principales cuestiones se centra en las proyecciones de demanda, tanto para el Tren Maya como para el Corredor Transístmico, son realistas y si podrán generar el retorno de inversión esperado. La clave, según Herrera, no es sólo ejercer dinero público, sino garantizar que el dinero invertido rinda de manera eficiente.
Por otra parte, la falta de un análisis financiero sólido que acompañe a estos proyectos es otro de los asuntos pendientes. El tren, por ejemplo, trabaja a una capacidad muy por debajo de su capacidad, lo que plantea serias interrogantes sobre su sostenibilidad en el mediano plazo.
Además, aunque el sureste necesitaba inversión urgente, Herrera destaca que la solución no se encuentra únicamente en infraestructura, sino en un enfoque holístico que incluya un ecosistema de desarrollo con inversión en desarrollo social.
Retos estructurales: infraestructura y talento humano
Uno de los retos históricos de la región es la escasez de recursos clave como agua, electricidad y talento humano. Herrera subraya que, aunque el sur del país podría tener acceso más fácil al agua, carece de la infraestructura eléctrica e instituciones educativas de alto nivel, necesarios para apoyar una industrialización sostenible.
A medida que el país avanza en la era del nearshoring, el sureste parece estar ausente en las discusiones sobre cómo atraer inversión extranjera directa. Sin un enfoque en desarrollar el talento local, los proyectos en marcha podrían verse limitados en su capacidad para generar un impacto económico significativo en la región.
Competitividad logística, el otro desafío
Desde que se planteó como proyecto, el Corredor Transístmico fue considerado como una alternativa al Canal de Panamá para el transporte de carga entre los océanos Atlántico y Pacífico. No obstante, Herrera es claro al señalar que no existe una comparación directa con el volumen de carga que maneja el canal panameño. Según él, para competir con Panamá, México necesitaría no sólo un ferrocarril de carga, sino toda una cadena de suministro intermodal que contemple puertos, centros de almacenamiento y una logística eficiente de distribución.
A falta de indicadores claros en el Tren de Carga Transístmico, como el cálculo de toneladas por kilómetro, el proyecto corre el riesgo de ser insuficiente para atraer a los actores más grandes de la industria manufacturera y logística.
Empresarios del autotransporte de carga entrevistados para este reportaje, coinciden en que, dadas las condiciones actuales, no visualizan que los proyectos cumbre de la administración actual representen una oportunidad para invertir.
Desde la perspectiva de Alejandro Salas, Fundador de Transcooler Logistics, empresa especializada en la cadena de frío, hacen falta tiempo, incentivos y reglas claras para determinar que haya una cúspide de crecimiento en la región que motive inversiones en materia logística.
Veo un entorno que podría favorecer al turismo, lo que impulsaría al sector restaurantero y de hospedaje. Pero para temas industriales no veo mucho alcance. Si bien Walmart de México ha colocado Centros de Distribución en Villahermosa, vemos que son proyectos destinados para el consumo que ha crecido a nivel local. Al final, la naturaleza del sureste es de un mercado consumidor más que productor”
En tanto, Luis Exsome, Vicepresidente Adjunto de la Región Sureste de la Cámara Nacional del Autotransporte de Carga, tampoco considera que haya condiciones que garanticen prosperidad en términos logísticos para el sureste en el corto plazo: “No hay parques industriales, ni siquiera contamos con equipos de carga y descarga de alto calado para puertos, más allá de Veracruz. No hay inversión en infraestructura carretera y para el cruce en el corredor transístmico, tipo Canal de Panamá, no hay acuerdos con los dueños de las cargas. Hacen falta todavía convenios de colaboración y proveeduría desarrollada”, afirma.
Futuro de las Inversiones y el clima de negocios
Con la entrada de una nueva administración federal y un escenario económico global complejo, las perspectivas de continuar desarrollando el sureste mexicano dependen en gran medida del acceso a recursos financieros. Herrera menciona que las Asociaciones Público-Privadas (APP) podrían ser una opción para financiar estos proyectos, especialmente en un contexto de creciente deuda pública y promesas de austeridad.
Otro punto clave será el entorno regulatorio. La percepción de una posible falta de independencia judicial y un marco fiscal restrictivo podría desalentar la llegada de capitales, tanto nacionales como internacionales. En este sentido, México necesita garantizar estabilidad jurídica para atraer inversiones a largo plazo.
Hay cerca de 35 mil millones de dólares, el equivalente a un año de inversión extranjera directa para México, que está en pausa, hasta ver qué sucede con el marco legal”.
Con lo anterior, empresarios y expertos coinciden en que los grandes proyectos de infraestructura en el sureste mexicano representan una oportunidad única para impulsar el desarrollo de una región históricamente rezagada. Sin embargo, la falta de un análisis financiero claro, la escasez de infraestructura complementaria y las dudas sobre la capacidad del país para mantener un clima favorable para la inversión podrían limitar el éxito de estas iniciativas. México deberá asegurar que estos proyectos no sólo sean visibles, sino también rentables y sostenibles a largo plazo.
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