A nivel país, ya estamos experimentando los efectos de quedarnos sin petróleo, conforme se reduce nuestra producción y se bajan las reservas, vamos despetrolizando la economía nacional, mientras que los Estados Unidos en su planeación del esquema de abasto de petróleo, nos dan sólo otros cinco años como su proveedor, es decir, México dejará de exportarlo dentro de un lustro.
La Secretaría de Energía ha dejado claro que es política del gobierno mexicano eliminar los subsidios a los precios de los combustibles, de ahí se derivan los incrementos mensuales.
Asimismo, las autoridades han asegurado que los aumentos “se ajustarán” para seguir tendencias internacionales. Como consecuencia de esta política gubernamental, el presupuesto de operación de las flotas en el país se ha vuelto una verdadera pesadilla.
Ante este escenario, el objetivo de este artículo es el de presentar a los gerentes de flota soluciones que les permitirán enfrentar exitosamente el nuevo reto de presupuestar y controlar los precios de los combustibles y su efecto en la operación.
Recurso caro
El primer paso es un cambio mental. El combustible de la flota debe ser visto por su gerente como un recurso caro y sobre todo escaso, por lo que debe ser controlado y usado eficientemente. Debe ser claro que para aquellas empresas que dependen de una flotilla para hacer llegar su producto a los clientes, que el desarrollar la habilidad de distribuir una unidad de producto usando menos combustible, ha dejado de ser un objetivo deseable, para convertirse en una necesidad estratégica.
Debe existir una comunión de ideas y un entendimiento claro entre la directiva de una empresa y el gerente de flota, esto ante un hecho innegable: “El combustible más caro es el que no hay”. De modo que de manera preventiva, trabajen para disminuir su necesidad de combustible, esto sin dejar de cumplir con sus compromisos de entrega de producto.