Ahora que se han purificado obedeciendo a la verdad y tienen un amor sincero por sus hermanos, ámense de todo corazón los unos a los otros. Pues ustedes han nacido de nuevo, no de simiente imperecedera, mediante la Palabra de Dios que vive y permanece.
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El presente texto de Kim e Allison McMillen nos invita a considerar al amor como el principio fundamental de nuestra relación con Dios. De cumplir cabalmente con el mandamiento: “¡Amarás al Señor tu Dios!…”, al que Jesucristo le consideró como lo más importante en su doctrina (Marcos 12:28-34).
El amor a Dios incluye el esfuerzo diario por perfeccionarse para cumplir su voluntad (“…Sean perfectos, así como su Padre en el Cielo es perfecto” (Mateo 5:48)). Esto incluye: fomentar cualidades positivas conscientemente en uno mismo y servir a otras personas, ayudándolas en todo lo bueno.
Ayudar a otras personas, nos permite desarrollarnos, pues aprendemos bajo la guía de Dios: el amor, la sabiduría y el poder espiritual, tres aspectos principales de la perfección.
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Cuando me amé de verdad… comprendí que en cualquier circunstancia yo estaba en el lugar correcto… en la hora correcta… en el momento exacto…
Entonces me relajé…
Hoy sé que eso tiene nombre… AUTOESTIMA.
Cuando me amé de verdad… me di cuenta que mis angustias y sufrimientos emocionales no pasan de ser una señal de que voy en contra de mis verdades.
Hoy sé que eso es… AUTENTICIDAD.
Cuando me amé de verdad dejé de desear que mi vida fuese distinta.
Y comencé a ver que todo lo que sucede contribuye a mi crecimiento.
Hoy… a eso le llamo… MADUREZ.
Cuando me amé de verdad comencé a entender cómo es ofensivo forzar alguna situación o a alguien sólo para realizar mis deseos, aun sabiendo que no es el momento o la persona no está preparada, inclusive yo mismo. Hoy sé que el nombre de esto es… RESPETO.
Cuando me amé de verdad, comencé a despojarme de todo lo que no fuera saludable…personas, tareas, cualquier cosa que me desanimara.
En principio, mi razón me llamó la atención acerca de esa actitud de “egoísmo”.
Hoy sé que se llama… AMOR PROPIO.
Cuando me amé de verdad, dejé de temerle a mi tiempo libre y de hacer grandes planes. Abandoné proyectos a muy largo plazo.
Hoy hago lo que considero correcto, lo que me gusta, cuando quiero y a mi propio ritmo.
Hoy sé que eso es… SIMPLICIDAD.
Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre la razón, y con eso cometí menos errores.
Entonces descubrí la… HUMILDAD.
Cuando me amé de verdad, dejé de ver el pasado y de preocuparme por el futuro.
Ahora me mantengo en el presente, que es donde la vida realmente ocurre.
Hoy vivo un día a la vez…
Eso es… PLENITUD.
Cuando me amé de verdad, entendí que mi mente puede perturbarme y decepcionarme.
Pero cuando la coloco al servicio del corazón, se torna una enorme y valiosa aliada.
Todo eso es… ¡SABER VIVIR!
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ORACIÓN:
Querido Dios, eres grande y maravilloso, tú me has amado desde que estaba en el vientre de mi madre, ahora te pido que me enseñes a amarme como tú me amas. Dios dame inteligencia y sabiduría para entender que tú vives en mí y ser mejor día a día.
Hoy quiero ser diferente, que en mi rostro se dibuje la sonrisa y compartirla con todos y tener el placer de sentir su reacción. En nombre de tu hijo Jesús te pido me acompañes siempre, AMEN.