Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones.
Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de el mana la vida.
Proverbios 4: 20 y 23
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Este mes se festeja una de las fechas más especiales de los mexicanos: El Día de la Madre, que sin duda, representa un momento especial y que nos lleva a darle gracias a ese hermoso ser que Dios puso en nuestra existencia para ser nuestra guía en el camino de la vida.Y si aún no le damos las gracias por su existencia, es preciso entender que nunca es tarde hacerlo, pues no debe haber una fecha especial para demostrarle cuánto la amamos… Todos los días deben ser el Día de la Madre.
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Dios, que estaba ocupado en crear a las madres, llevaba ya seis días trabajando horas extraordinarias cuando un ángel se le presentó y le dijo:
-Te afanas demasiado, Señor.
Y el Señor repuso:
-¿Acaso no has leído las especificaciones que debe llenar el pedido?
Esta criatura tiene que ser lavable de pies a cabeza, pero sin ser de plástico; llevar 180 piezas movibles, todas las remplazables, funcionar a base de café negro y de las sobras de la comida, poseer un regazo que desaparezca cuando se ponga de pie, un beso capaz de curar todo, desde una pierna rota hasta un amor frustrado y seis pares de manos…
Y el ángel confundido observó:
-¿Seis pares de manos?, eso no es posible.
– No son las manos el problema, agregó el Señor, si no los tres pares de ojos.
¿Y eso es el modelo normal?, inquirió el ángel.
El creador asintió.
-Uno para ver a través de la puerta siempre que pregunte “¡Niños! ¿Qué andan haciendo ahí dentro?”, aunque ya lo sepa muy bien.
Otro, detrás de la cabeza para ver lo que más le valiera ignorar, pero que precisa saber. Y, desde luego, los de adelante, para mirar a un niño en apuros y decirle, sin pronunciar una palabra: “Ya entiendo hijo, y te quiero mucho”.
El ángel le tiró de la manga y le advirtió mansamente:
– Vale más que te vayas a la cama Señor, mañana será otro día…
– No puedo, y además me falta poco. Ya hice una que se cura por si sola cuando enferma, que es capaz de alimentar a una familia de seis personas con solo medio kilo de carne molida y de persuadir a un chiquillo de nueve años para que se esté quieto bajo la ducha.
Lentamente el ángel dio la vuelta en torno de uno de los modelos maternales.
– Me parece demasiado delicada, comentó con un suspiro.
– ¡Pero es muy resistente!, aseguró Dios emocionado; no tienes idea de lo que es capaz de hacer y sobre llevar
– ¿Podrá pensar?…
– Claro, y razonar y transigir.
Por último, el ángel se inclinó y pasó un dedo por la mejilla del modelo.
-¡Tiene fuga!
-No es una fuga, es una lágrima.
-¿Y para qué sirve?
– Para expresar gozo, aflicción, desengaño, pesadumbre, soledad y orgullo.
-Eres un genio, Señor.
Dios, con perfil de tristeza, observó:
Yo no se la puse.
Recopilación: Miguel Ángel Gómez Gómez