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Más que una necesidad; una obligación

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Seguro al transporte

En México, las compañías de seguros se ocupan en reducir pérdidas de las empresas al transportar sus mercancías. Así, se enfrentan a un problema añejo y creciente y al parecer también para las autoridades encargadas de garantizar la seguridad, esto es, asegurar la ”industria del robo y comercialización de mercancías hurtadas y hasta de las unidades que las transportan.

La realidad obliga, a partir de la crisis de 1995, a la aplicación generalizada de la política de compartir pérdidas.

Las autoridades no consiguen disminuir los asaltos en vialidades urbanas y carreteras, los asegurados requieren más protección contra ese riesgo y las compañías aseguradoras, a su vez, no pueden respaldar empresas que provocarán pérdidas, no sólo para ellas, sino para sus clientes que con primas más altas, comparten el incremento de la siniestralidad.

Es por ello, que las compañías aseguradoras desconfían del sector transporte, por lo que para realizar un contrato u otorgar las pólizas exigen muchos requisitos, lo que resulta muy costoso para los pequeños empresarios u hombre-camión.

El precio del riesgo
En materia de seguridad, los flotilleros deben definir su estrategia considerando que ésta debe consistir en proteger tanto al vehículo y al conductor, como a la carga que transportan. Si bien la unidad es propiedad del transportista, la carga lo es del cliente, quien siempre estará en su derecho de exigir que ésta sea transportada y entregada en su destino completa y en las mismas condiciones en que fue recibida para su traslado.

Es recomendable por lo tanto, que la carga y el vehículo cuenten con un seguro que les proteja de un accidente que pudiera dañar o destruir la mercancía, o en caso de un posible robo o asalto. Si bien es sabido que las autoridades han estado tomando medidas para disminuir este tipo de ilícitos, éstos siguen impactando considerablemente la imagen y las finanzas de los empresarios del transporte, debido a que conforme las autoridades toman nuevas medidas preventivas, los delincuentes buscan la manera de darles la vuelta y diseñan nuevas formas o rutas para seguir cometiendo delitos en perjuicio de la sociedad en general y de los transportistas en particular.

Si bien, en el país existen regiones que se siguen considerando como seguras y no presentan altos índices de robos y asaltos, hay otras en que por el contrario siguen en aumento. Desde luego, la mejor forma de protegerse ante este tipo de riesgos es asegurar tanto la unidad como la mercancía, así como evitar oponer resistencia en caso de sufrir un asalto.

Otro riesgo para los transportistas consiste en el perjuicio a su imagen cuando la carga es dañada como consecuencia de un vehículo accidentado.

Asimismo, hay ocasiones en que se combina de manera simultánea el riesgo de un accidente con el de un robo. El caso típico se presenta cuando como consecuencia del accidente se voltea un camión, se destruye su caja y la mercancía que transporta es esparcida a lo largo de la cinta asfáltica. Ante esta situación con frecuencia aparece mucha gente sin que nadie sepa de dónde para hurtar dicha mercancía, sobre todo cuando se trata de alimentos.

Ventajas del aseguramiento de flotillas
El tomar la decisión de asegurar o no las unidades es de gran importancia por lo que debe evitarse actuar al respecto de manera impulsiva o repentina.

Es recomendable hacer un análisis cuidadoso de cada situación, para que cada flotillero esté convencido de actuar en la forma que más convenga a sus intereses, de modo que permanentemente tenga la confianza de la garantía que le ofrece un seguro en caso de que alguno de sus vehículos llegara a verse involucrado en un accidente vial. Algunas ventajas competitivas que obtienen quienes deciden asegurar sus automotores y la carga que transportan son las siguientes:

  • Debido a que se trata de asegurar una flotilla de automotores, puede obtenerse un precio preferencial y la posibilidad de que el pago de las pólizas sea cubierto en parcialidades.
  • La inversión realizada en el pago de la póliza de seguros es deducible de impuestos, lo que en términos reales representa un importe menor al que eroga por este concepto. El propietario de la flotilla estaría pagando una cantidad mínima a cambio de su tranquilidad permanente y la de sus clientes.
  • Por el contrario, el costo de incumplimiento con el cliente puede ser alto e ir más allá del valor de la mercancía, cuando, por ejemplo, es interrumpida una cadena productiva por la carencia o retraso de piezas importantes o refacciones de maquinaria necesarias para la producción en serie. El disponer de un seguro agiliza la respuesta al cliente en caso de un percance o accidente.
  • El tener los vehículos asegurados es considerado como el primer paso hacia la modernidad, tal como lo demuestra el hecho de que en los países más desarrollados prácticamente todos los vehículos y mercancías que transitan por sus carreteras y autopistas disponen de un seguro.
  • Las modalidades de los seguros son amplias y variadas, por lo que se recomienda un análisis para cada caso, pues no todas las opciones son recomendadas para todos los transportistas, dado que cada uno tiene necesidades, políticas, estrategias y objetivos diferentes que desea satisfacer.

Una recomendación adicional es la referente a llevar un riguroso control sobre las fechas de vencimiento de las pólizas para evitar sorpresas desagradables. Ello a la vez que deben prever con tiempo el momento en que se tiene que hacer las erogaciones por este concepto.

La seguridad vial como sistema
En forma análoga a la decisión de asegurar las unidades, se debe fomentar la conciencia de los conductores, haciéndoles ver la responsabilidad que adquieren cuando están al frente del volante, pues a pesar de que existen varios factores que pueden provocar un accidente vial, es importante la respuesta del conductor si se desea evitarlo.

Si tomamos en cuenta que en caso de un accidente los elementos del sistema vial, como los de cualquier otro interactúan entre sí, vale la pena considerar el impacto de cada uno de ellos.

El camino: En este punto, el compromiso de las autoridades gubernamentales se considera en más de un aspecto: por un lado, deben ofrecerse a los ciudadanos carreteras y autopistas cuya superficie de rodamiento esté en condiciones aceptables, y, por otro lado, que dichas vías de comunicación deben ser suficientes para permitir que el flujo vehicular circule de manera segura y con celeridad evitando los congestionamientos viales o al menos lograr su disminución en número y en tiempos de espera. De no ser así, también el conductor podría cometer imprudencias como el circular defensa con defensa, rebasar en situaciones de riesgo, circular por el acotamiento o en sentido contrario, etc.

Aunque el estudio de los accidentes viales se enfoca principalmente a los ocurridos en las carreteras y autopistas como tales, un aspecto que no ha recibido la atención que merece, es el relacionado con los que ocurren en los accesos a las ciudades, es decir, en zonas de transición entre las vialidades urbanas y las suburbanas. En estos puntos se registra un considerable número de percances debido al incremento del flujo vehicular.

Las características físicas y el marco jurídico que rige dichas zonas de transición dificultan el deslinde de responsabilidades cuando un accidente ocurre en ellas, dado que no es sencillo cuando se trata del acceso a una zona urbana, el definir si el accidente ocurre en una zona suburbana (jurisdicción de autoridades federales) o en una vialidad urbana (jurisdicción de autoridades locales). En este sentido, ambas autoridades deben trabajar de manera conjunta y coordinada, cada una en su ámbito de ingerencia. Este tipo de situaciones, entre otras, a las que puede enfrentarse cualquier conductor, se vuelven más críticas cuando no se dispone de un seguro que proteja a la unidad, la carga y los operadores del vehículo.

El vehículo: Por lo general, cada empresa define sus propias políticas respecto al mantenimiento de su flotilla, y aunque éstas suelen variar de una compañía a otra, todas coinciden en que el mantenimiento preventivo y por tanto el disponer de un vehículo en buen estado físico y mecánico, es la mejor manera de prevenir accidentes que pudieran ser atribuidos al mal estado de la unidad.

Hay que recordar que este tipo de situaciones no sólo pone en peligro al vehículo, sino también al operador y la carga que transporta, y a terceras personas que eventualmente pudieran verse afectadas.

El medio ambiente: Es sabido que ante la necesidad de manejar en condiciones adversas, lo más recomendable es hacerlo extremando las precauciones; sin embrago, muchas veces en la práctica hay exceso de confianza, sobre todo por los profesionales del volante, quienes atenidos a su experiencia prefieren manejar como lo hacen en condiciones ordinarias. Ello puede originar graves accidentes y cuantiosas pérdidas materiales.

El conductor o factor humano: A manera de ejemplo, en el oriente de la Ciudad de México, en la calzada Ignacio Zaragoza, rumbo a Puebla, las obras viales que allí se realizan obligan a circular con excesiva lentitud, de modo que una vez que se ha logrado pasar el crucero conflictivo, el conductor se percata de que lleva al menos media hora de retraso. Así las cosas, y ante un camino por recorrer del orden de 90 kilómetros, los operadores tratan de recuperar el tiempo perdido acelerando y manejando con una serie de imprudencias que en condiciones normales no cometerían.

Todo ello en su afán de cumplir con los compromisos adquiridos en cuanto a los tiempos de entrega de la mercancía en el caso del autotransporte de carga, y en cuanto a la puntualidad en la hora de llegada de los autobuses de pasajeros, los que incluso, debido a este tipo de retrasos, también se ven en la necesidad de posponer su salida de regreso hacia la Ciudad de México.

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