Si bien México ya es potencia mundial en producción de vehículos pesados, ligeros y autopartes, el contexto global actual pone a la proveeduría nacional de componentes en una posición de grandes oportunidades para incrementar su fortaleza.
De acuerdo con el último pronóstico de la Industria Nacional de Autopartes (INA), se espera que durante este año en el país se alcancen los 117 mil 530 millones de dólares en producción de autopartes de vehículos ligeros y pesados, un incremento cercano al 12% en comparación con 2022.
Dicho pronóstico es congruente con las cifras obtenidas a julio de este año, pues se han producido 70 mil 300 millones de dólares en autopartes, 18.41% más que en el año previo.
Armando Cortés, director general de la INA, señala que el crecimiento responde a factores como el fenómeno del nearshoring, un aumento en la demanda de vehículos en Estados Unidos y la sustitución de importaciones producto de las regulaciones del acuerdo comercial entre México, Estados Unidos y Canadá.
Explica que, a partir del 1 de julio de 2024, el contenido regional para vehículos pesados tendrá que incrementar a 64%, mientras que para 2027 este contenido alcanzará el 70%, es decir, 10% más que el actual.
“Este requerimiento de contenido regional es una oportunidad para proveedores de camiones en México, debido a que tendrán que crecer sus capacidades de producción para solventar este incremento de contenido que se está exigiendo a la luz del tratado”, señala Cortés en entrevista con Alianza Flotillera.
Dado este escenario, las oportunidades para los proveedores locales son reales y tangibles, de acuerdo con la Cadena de Proveedores de la Industria en México (CAPIM), que vincula a fabricantes locales con compradores de la industria.
René Mendoza, presidente nacional de CAPIM, destaca que la búsqueda de proveedores del país se ha acelerado de manera consistente en los últimos meses. “En un año y medio, hemos pasado a que haya 300% más búsquedas de proveedores en México”, señala sobre este fenómeno del nearshoring.
De acuerdo con INA, la producción de autopartes actualmente se ubica en el norte de México, que tiene el 43% de la producción, seguida del Bajío, con aproximadamente el 35%, y el Centro con el 16%.
En este sentido, de acuerdo con CAPIM, en estas regiones se ubican ciudades con grandes oportunidades, como es el caso de Nuevo León, Coahuila, San Luis Potosí, Guanajuato y Querétaro.
A este concepto de desarrollo de la cadena de proveeduría nacional, donde la industria se involucra de manera conjunta para impulsar la cadena de suministro y competitividad también se conoce como mexshoring.
Los mayores retos
Si bien la industria mexicana de autopartes y vehículos pesados son de las más competitivas del mundo, uno de los retos para integrar a proveedores locales son las altas especificaciones que las armadoras de vehículos pesados requieren en términos de certificaciones y seguridad, esto según lo expresado por Francisco Bautista, líder adjunto de manufactura avanzada y movilidad para Latinoamérica en la firma EY.
“Oportunidades siempre hay, pero no es un mercado sencillo. Es difícil pasar las certificaciones de los fabricantes para poderles proveer. Estamos hablando de procesos de dos, tres y hasta cuatro años para que te autoricen una pieza”, destaca en entrevista.
Sobre el desafío de las certificaciones, René Mendoza de CAPIM resalta que esto no debe verse como un trámite burocrático, sino como un proceso que brinda control en los procedimientos de manufactura, rentabilidad del producto, calidad y reducción de costos, lo que otorga mayor valor al proveedor.
A este desafío se suma el del financiamiento, pues hay proveedores muy buenos que trabajan en cierto número de piezas, pero que al momento de querer crecer se ven limitados por el crédito.
“Quieren incrementar la producción, pero necesitan comprar maquinaria, contratar más personal y más materia prima. Eso requiere financiamiento, y los bancos no les dan crédito, o las tasas de interés no convienen para hacer el negocio”, lamenta el directivo de CAPIM.
Todo esto en un contexto en el que especialistas ven necesario que las áreas de compra de Norteamérica puedan acercarse más a México, con la finalidad de tener una relación más directa con los proveedores, algo que cada vez es más común.
En la actualidad, la industria mexicana es terreno fértil en componentes para el tren motriz de combustión interna, así como elementos metal mecánicos y plásticos, aunque especialistas coinciden en que otro de los grandes desafíos es la electromovilidad y su respectiva demanda de componentes.
En este sentido, Armando Cortes, de la INA, destaca la posibilidad de crecer en la producción de partes eléctricas, arneses, piezas para la intercomunicación y programación de software.
“Vemos una importante oportunidad para que ingenieros mexicanos puedan enfocarse en la programación de software de componentes automotrices que son requeridos en los camiones pesados”, resalta.
De acuerdo con Francisco Bautista de EY, este factor de la transición hacia vehículos más limpios significa un reto enorme para todos los fabricantes de autopartes.
“La electrificación es una ola que se ve venir, y cuando eso pase tendrá un impacto brutal en la industria automotriz y de vehículos pesados en México”, señala el especialista.
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