Rocío Hernández, quien actualmente tiene 36 años, tuvo su primer acercamiento con un camión de carga a los 10 años. Su padre, un operador de camión de quinta rueda, fue su mentor y guía para aprender el oficio.
“A veces acompañaba a mi papá en sus viajes, principalmente porque me daba la oportunidad de ver los atardeceres, y en la carretera se disfrutan mejor los paisajes. Desde pequeña tuve la inquietud de andarme subiendo a los camiones, de ahí les agarré amor”.
Sin embargo, no sería hasta los 26 años, tras la muerte de su padre, que Rocío tendría la oportunidad de iniciar su carrera como operadora de un camión. Para entonces ya era conocida en
Transportes Evangelista, la compañía en la que laboraba su progenitor. 
“Cuando falleció mi papá, su jefe me ofreció trabajar con él, estaba enterado de que yo sabía manejar camiones. Sin dudarlo acepté. Así que repararon el camión en el que mi papá se accidentó y fue como obtuve mi primer trabajo en el sector, recorriendo la ruta Manzanillo-Chihuahua”, recordó.
De esta manera, la joven operadora inició su andar en las carreteras de nuestro país, y quien asegura, nunca tuvo miedo, pues sintió cobijo por parte de su esposo, quien terminó de instruirla, ya que también es operador. Rocío se ha enfrentado al rechazo de sus compañeros, quienes no aceptan que una mujer pueda manejar un camión. “Me han cortado las mangueras y ponchado las llantas. No les cae el veinte de que las mujeres también podemos desempeñar este trabajo”.
Cremeria La Alpina y Trucka, son algunas de las empresas en donde ha prestado sus servicios haciendo viajes locales y foráneos de grado alimenticio en pipas de 28 mil litros. Desde hace tres años trabaja para Coca-Cola Colima en donde mueve refrescos, agua y jugos en camiones doblemente articulados.