El intercambio comercial con Estados Unidos es uno de los grandes pilares de la economía mexicana, asunto donde el autotransporte de carga juega un papel fundamental, pues más del 80% de las exportaciones se trasladan por este medio.
En este sentido la frontera norte es uno de los puntos más efervescentes del país en materia económica, ya que tan solo en 2022 el intercambio comercial que se dio entre ambos países por autotransporte de carga ascendió a 535 mil 951 millones de dólares, de los cuales el 61.2% fueron exportaciones desde México hacia el país del norte.
Pese a ello el autotransporte se enfrenta a múltiples desafíos, que van desde la infraestructura rebasada hasta la homologación de normativas, aspectos que harían que los cruces fueran más ágiles y expeditos, en beneficio de la economía nacional.
A decir de transportistas consultados por Alianza Flotillera, la infraestructura es uno de los grandes desafíos en México, pues eventualidades tan cotidianas como una caída en el sistema o incluso un día festivo llegan a provocar filas kilométricas y múltiples horas perdidas.
Francisco Camacho Marié, director corporativo de operaciones en Transmontes, destaca que esta falta de infraestructura se ve reflejada en la saturación de la 57, una de las principales arterias para el intercambio comercial entre México y Estados Unidos.
A lo que, a decir del directivo, se suma la falta de capacidad en el puente que conecta a Nuevo Laredo con el país vecino, el tramo fronterizo más transitado.
Otros de los retos a resolver es la homologación y criterios de revisiones en ambos lados de la frontera, así como el uso de tecnología, con la finalidad de otorgar rapidez, de acuerdo con Jorge Alberto Cazares, director general de Trayecto, una de las firmas de autotransporte más grandes del país.
“La tecnología es fundamental en los cruces, para que sea más ágil. El volumen seguirá creciendo y tarde o temprano inclusive tendrán que mejorarse y ampliarse los carriles de cruce fronterizo”, dijo el directivo en entrevista con Alianza Flotillera.
Los gobiernos tanto de México como de Estados Unidos han destacado la necesidad de impulsar la franja fronteriza para beneficiar ambas economías.
En este sentido, se anunciaron el año pasado más de una decena de proyectos de infraestructura, destacando el del Cruce Internacional Mesa de Otay II–Otay Mesa East, mismos que a decir de las autoridades, “generarán un nuevo puerto de entrada de alta tecnología que descongestionará el sistema de cruces y reducirá significativamente los tiempos de revisión”.
Se suma, en la frontera Chihuahua
Nuevo México, la modernización del Cruce San Jerónimo-Santa Teresa, que representará una alternativa para reubicar el tráfico comercial que actualmente atraviesa la zona urbana de Ciudad Juárez-El Paso. A decir de las autoridades mexicanas, el objetivo de este grupo de proyectos es que estén completos para finales de 2023.
“Uno de los principales desafíos de la región fronteriza es el impacto económico de las demoras en los cruces fronterizos, que llegan a generar pérdidas de miles de millones de dólares para ambos países, por ello es fundamental agilizar los tiempos de espera en los cruces fronterizo”, señala la dependencia de Relaciones Exteriores de México.
Los actuales retos que enfrenta el autotransporte en la frontera se recrudecerán ante el incremento en volúmenes de transporte que derivarían del fenómeno del nearshoring, mismos que en la actualidad ya comienzan a verse.
“El nearshoring ya está aquí, lo hemos estado viviendo desde hace un tiempo y es una gran oportunidad para el transporte en México y su industria. Lo que tenemos que hacer es trabajar conjuntamente con la iniciativa privada y autoridades. Habrá mucho trabajo para todos”, destaca el directivo de Trayecto.
De acuerdo con el Consejo de Empresas Globales (CEEG), esta relocalización de las industrias hacia la región es una oportunidad de oro para México, ya que las inversiones tienen el potencial de aumentar en alrededor de 30 mil millones de dólares anuales, casi el doble de lo que se trae actualmente.
“El nearshoring es una gran oportunidad, pero no la estamos aprovechando como deberíamos”, señaló recientemente el CEEG, que agrupa empresas internacionales con operaciones en México.