En la Ciudad de México se hacen 32 millones de viajes al día y en 58 por ciento de ellos usa el transporte público. Con esos números, la capital tiene una gran oportunidad en gobierno de Miguel Ángel Mancera para mejorar la calidad de vida si replantea la movilidad urbana con un enfoque: implementar un Sistema Integrado de Transporte Público.
Las 12 líneas del Metro, las cuatro de Metrobus, los dos corredores ‘Cero emisiones’, así como las 10 líneas de trolebús, 10 rutas exprés, los miles de microbuses y el sistema ‘Ecobici’ son, cada uno, un mundo diferente que no conversa entre sí. No comparten reglas, ni planeación ni integración en su infraestructura, por tanto, la operación conjunta mantendría una “ciudad compacta y conectada”, según la organización civil CTS Embarq.
Especialista en movilidad urbana, la organización –financiada por el Instituto de Recursos Mundiales- presentó ayer una recomendación dirigida al Jefe de Gobierno Electo, Miguel Ángel Mancera, y a la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. La propuesta es que respondan al reto de implantar el Sistema Integrado de Transporte (SIT), proyecto cuya columna vertebral sería la creación de una autoridad única del transporte, responsable de su planeación, gestión y control, la cual, afirman, impulsaría una ciudad más ordenada.
El SIT, no obstante, se enfrentaría a por lo menos tres retos:
Articular lo existente
Los peatones, las bicicletas, el metro, tren ligero y tren suburbano, así como todas las opciones de transporte ya mencionadas pueden ser más eficientes si se establecen “procesos de mantenimiento continuo” y se mejoran sus condiciones. Una de las mejoras indispensables que recomienda la organización es a los Centros de Transferencia Modal, cuya operación ya ha sido criticada por bancadas de oposición en la Asamblea capitalina.
Expandir la red de transporte masivo
Rumbo a una ciudad “próspera e incluyente”, los expertos ven en una amplia red de transporte, la manera de ofrecer acceso a todos los servicios de calidad. Entre las consecuencias de no asumir este reto estarían el deterior del espacio público, la desigualdad en la inversión en equipamiento y provisión de servicios y una “desarticulación de los polos de desarrollo”.
Un sistema de gestión y control integral
Si bien, crear una sola autoridad de transporte sería imperativo para este reto, no su único requisito. La organización ha recomendado integración en las tarifas (en lo que el DF ya ha dado pasos con, por ejemplo, la tarjeta única para Metro y Metrobús) , la integración con modos no motorizados como la ‘Ecobici’, la integración de la infraestructura, entre otras soluciones.
La profesionalización y concientización del conductor de microbús también está contemplada en este sistema, pues permitiría evitar lo que llaman “la guerra del centavo” o las “carreritas” para ganar el pasaje.
Otra recomendación fue la hecha por la directora de CTS Embarq, Adriana Lobo, quien enfatizó que, lo ideal, sería que la nueva autoridad del transporte fuese un organismo metropolitano.
Adoptar un SIT permitiría pasar “del caos al orden”, definió Fernando Páez, Director de Sistemas Integrados de Transporte de CTS Embarq, y ex gerente del sistema de transporte colombiano Transmilenio (modelo del Metrobus capitalino). Para ello, el experto estimó que la ciudad requeriría una inversión de 100 a 150 millones de pesos para estudios técnicos, jurídicos, financieros y de comunicaciones, y por lo menos, entre tres mil y custro mil millones más para proyectos de infraestructura como dos líneas nuevas de Metrobús.
La organización contempla que los seis años de gestión de Mancera sean suficientes para el cambio. Incluso previeron que el tiempo podría repartirse entre un año y medio de planeación y 3 de implementación.
En el caso de Bogotá, Páez refirió que la capital colombiana arrancó su proyecto de Sistema Integrado en 2006, y no fue sino hasta 2012 cuando rodaron los primeros medios de transporte público gestionados ya en conjunto, pero un SIT debe estar en constante modificación para responder a la movilidad de la población.
Por: Dulce Ramos