Ya no quiero seguir luchando

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Aunque tengas graves problemas, yo siempre estaré contigo; cruzarás ríos y no te ahogarás, caminarás en el fuego y no te quemarás”.

Isaías 43:2

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Muchas veces nos suceden cosas que nos llevan a creer que nada vale la pena, pues por más intentos que hagamos las cosas no resultan como deseamos, y hasta denegamos de que Dios existe. Pero la realidad es distinta, Él siempre está ahí, nos acompaña a cada momento, nos ama y bendice, sólo es cuestión de dejarnos consentir y tener presente que pase lo que pase, Él está con nosotros.

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Te sientes cansado, sin fuerzas, desmotivado y confundido, un millón de cuestionamientos se mueven en tu mente, lo has intentado todo, pero a pesar de eso no ves resultado alguno.

Consideras que te debería ir mejor de cómo te va, no alcanzas a comprender porque todo se pone en contra, quisieras que las cosas fueran diferentes, pero lo que es, es lo que hay.

No sientes ganas de orar porque todo lo que te ha pasado en conjunto te ha llevado a convertirte en una persona fría y hasta a veces dudas de que si Dios está o no contigo.

Crees que seguramente hiciste algo malo, porque por donde veas, todo está en tu contra. Nada sale bien, o por lo menos nada sale como esperas que salga.

Llega un momento en donde crees que no eres digno de estar con Dios, en donde sientes que no vale la pena seguir luchando, en donde estas a punto de rendirte.

Mientras con lágrimas en tus ojos, resultado de tu mal estado anímico, entras a este lugar por “casualidad” o por providencia, y Dios tiene unas palabras directas y escritas especialmente para ti y que la única forma en que las puedas interpretar es con un corazón exactamente como lo tienes en este momento, por esa razón Él quiere que sepas:

Yo te escogí. Yo te llamé. Yo te puse nombre mío, eres tú; he estado contigo siempre, tanto en los buenos momentos como en los malos; has sentido mi presencia respaldándote y cuando sientes que te va mal no es que me haya alejado de ti, sino que tu sensibilidad a mi presencia es menor porque te dejas envolver por las circunstancias difíciles que te rodean.

Te he visto reír, pero también te he visto llorar, me he gozado contigo y también he llorado a tu lado; tú alegría es mi alegría, tú tristeza es la mía; tu sonrisa me llena de gozo, tus lagrimas me hacen acariciarte; yo jamás me he ido de tu lado, y si lo piensas es porque te sientes lejos de mi y crees que soy Yo el que me he alejado, pero soy yo quien te busco; soy yo quien propicio todo, de tal manera que te encuentres conmigo.

¿Cómo llegaste acá? ¿Por qué razón?, porque Yo quería que así fuera, porque yo quería recordarte lo importante que eres para mí, lo mucho que vales para mí. Usaría cualquier medio para llamar tu atención, usaría cualquier medio para decirte lo mucho que te he amado, lo mucho que te amo y sin importar nada, lo mucho que te amaré por siempre.

Eres la niña de mis ojos, la razón de enviar a mi Hijo a morir en tu lugar; te amo tanto que tome la decisión más difícil que se pueda tomar, pero no me arrepiento, porque gracias a ese acto de amor tú y Yo estaremos juntos por toda una eternidad.

No te alejes de mí, no te rindas ahora, no estás solo, jamás lo has estado; te he prometido estar contigo todos los días de tu vida y lo voy a cumplir, porque no miento, ni me arrepiento, por lo tanto sigue luchando, síguelo intentando.

Solo puedo reconfirmar mi promesa hacia tu vida: Yo estaré contigo.

¿Puedes sentir?, sí, mi presencia sobre tu vida es real, te abrazo, acaricio tu cabello, mientras limpio tus lágrimas, levanto tu barbilla y te repito con toda sinceridad nuevamente: Yo estaré contigo.

¿Por qué dudas? ¿Qué más tendría que hacer para hacerte saber que estoy a tu lado? ¿Qué más tendría que hacer para que no dejes de luchar?, Yo haría cualquier cosa para que no te rindas: Yo soy tu fuerza; Yo soy tu ayuda, Yo soy tu refugio, ¿de qué tienes que temer?

Deja que te abrace y pueda transmitir todo el amor que por ti siento; tú eres digno de mí, porque la sangre de mi hijo te compro, vales mucho para ti, no te menosprecies en mi presencia, porque para mí eres mi tesoro.

¡Levanta tu cabeza!, porque yo soy tu socorro ¡Esfuérzate!, porque yo voy a tu lado. ¡Nunca dudes!, porque el día que lo hagas, Yo estaré allí para reconfirmarte mi promesa. ¡Avanza!, porque conmigo eres más que vencedor. ¡Sonríe!, porque tu sonrisa es mi gozo.

Que nunca se te olvide:

¡Yo he estado, estoy y estaré siempre contigo!

¡Adelante! ¡Sigue Luchando!

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