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Rampas de emergencia: Entre el escepticismo y la incertidumbre

Pese a ser una medida efectiva, conductores tienen dudas sobre el uso ante posibles costos y efectividad

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Los accidentes de tránsito son una problemática de gran importancia para el autotransporte de carga en todo el país dado que cada evento de este tipo tiene el potencial de costar, en primer lugar, vidas y lesiones a propios y extraños, daños materiales e incluso la quiebra de negocios transportistas.

De acuerdo con datos de la Guardia Nacional, en las carreteras mexicanas el transporte de carga es el que registra, en los últimos años, más hechos de tránsito relacionados con la falla en el sistema de frenos, por encima de automóviles, autobuses, pickups o motocicletas.

Rocío Rivas, gerente de Consultoría y Proyectos Especiales para CEPA Mobility en México, menciona que en el país hay carreteras con pendientes exigentes dadas las características orográficas del terreno, situación que puede llegar a causar fallas en los frenos.

A esto, abunda la especialista, se suman factores como una mala administración del uso de

freno de servicio, que en México suelen ser de tambor, es decir, proclives a calentarse y perder funcionalidad, algo que puede empeorar si se suma una mala conducción físico mecánica de la unidad.

Un estudio del Instituto Mexicano del Transporte (IMT) refiere que, en un vehículo de carga con componentes de frenado de mala calidad o en mal estado, basta con alcanzar temperaturas mayores a los 150 grados centígrados para perder eficiencia.

Ante esta latencia a padecer algún accidente, una opción para evitar catástrofes en las carreteras mexicanas son las rampas de emergencia para frenado, que son franjas auxiliares que se instalan al costado de la carretera con la finalidad de detener a los vehículos que por algún motivo tienen fallas en los frenos.

Si bien esta opción para responder a una emergencia existe en el país, aún se enfrentan múltiples retos para que sea una medida más utilizada y efectiva a la hora de contrarrestar estas fallas en los vehículos.

De acuerdo con el IMT las razones por las que los conductores no utilizan las rampas de frenado son múltiples: se piensa que el uso de este mecanismo es peligroso, que si se usa la carga puede aplastar la cabina, hay temor de dañar el vehículo, perder tiempo y se tiene la seguridad de que se cobrará el uso de la rampa.

 

Todo está en los números

Para la especialista, los conductores tienen incertidumbre sobre lo que puede pasar al ingresar a la rampa, temiendo que el resultado sea aún peor que seguir conduciendo, a lo que se suma el factor económico, ya que el operador no sabe si se le cobrará por el uso de la rampa.

En este sentido, Rivas señala que la utilización de la rampa en sí no tiene un costo, aunque existen pagos por daños y mantenimiento después de su uso, además de lo que puede costar el daño al vehículo y, sobre todo, el rescate.

“Al final el uso de la rampa de emergencia es un tema que tiene que ver con la preocupación sobre cuánto costará, siendo una decisión que los operadores tienen que tomar en un momento de tensión”, destaca la experta de CEPA Mobility.

El monto que llega a costar un suceso relacionado con el uso de la rampa no es fijo, puesto que responde a variables como el seguro, deducible, tipo de unidad y el rescate, siendo este último el factor que más incertidumbre genera al bolsillo.

Pero más allá del impacto económico, es importante considerar que el costo de vidas o el monto que implica usar una rampa no es comparable con verse involucrado en un siniestro carretero, sobre todo si se toma en cuenta que esta medida es apropiada y útil.

Rocío Rivas afirma que las rampas de frenado son efectivas, ya que están diseñadas para que el vehículo se detenga sin causar daños severos, además de que cada vez son más avanzadas en cuanto a construcción y materiales utilizados, como es el caso de gravilla redondeada con alta resistencia al rodamiento.

“Las rampas que se han construido a través de los años siguen lineamientos internacionales y lo que buscan es que la detención sea paulatina y en la distancia determinada”, destaca la especialista.

 

¿Qué falta?

Algunos de los principales retos que se viven en México con relación a las rampas tienen que ver con la información disponible, la falta de éstas y el análisis sobre la instalación.

“No hay claridad sobre la manera en la que estos dispositivos funcionan o se usan. Realmente tenemos pocos datos formales en relación al uso de las rampas de emergencia”, destaca Rocío Rivas, al tiempo que abunda en que el número que existen es insuficiente si se compara con la extensión del sistema carretero.

De acuerdo con un análisis del IMT, en la red carreteras del país se localizaron un total de 57 rampas en la red de cuota y 18 en la red libre de peaje. “Es importante mencionar que no todas estas rampas se encuentran en funcionamiento, ya que algunas se encuentran en franco deterioro o cerradas por tareas de mantenimiento. Adicionalmente, es probable que existan más (no detectadas o de nueva creación)”, destaca el instituto en una reciente publicación.

La especialista menciona también que existe el reto de que la instalación de las rampas debe ser más racional. “El análisis sobre dónde colocar una rampa debe hacerse de manera más proactiva, no solamente donde ocurrió un accidente fatal, sino donde existan las condiciones para que ocurran”, advierte.

 

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